Bajar a la realidad de la materia

Bajar a la realidad de la materia

Bajar al mundo de las Kelipot para extraer las chispas de luz ocultas detrás de las cascaras de oscuridad

Son muchos los que ingresan en la espiritualidad con la buena fe de huir de las cuestiones materiales. El secreto está en comprender que toda la materia de nuestro cuerpo está diseñada para la revelación de los niveles más elevados del alma. El gran secreto es descubrir Keter en el interior más denso de Maljut.

En el mundo espiritual encontramos personas desesperadas por subir a los universos superiores, y la verdad es que tienen toda la razón en querer ascender…

Si estudiamos las variables Mal/Bien de los diferentes universos podemos encontrar lo siguiente:

  • En el universo de Asiá, el más bajo de la materia, el Mal es superior al Bien.
  • En el universo de Yetzirá, el nivel del Ruaj o la psique, el Mal es equivalente al Bien.
  • En el universo de Briá, el Bien es superior al Mal.
  • En el universo de Atzilut (la emanación), el Bien es completamente superior al Mal y el Mal es casi imperceptible, aunque sigue existiendo.

Imaginemos el mundo de la materialidad (universo de Asiá): debajo de este nivel, y en los niveles más densos, se encuentra el mundo de las Kelipot, las cascarás de oscuridad que ocultan las chispas de luz del nivel del Adam Kadmón.

El sexo (Yesod), las relaciones comerciales (Maljut) y, en los niveles más bajos (en el nivel de las Kelipot), las oscuridades, como el asesinato, el odio, las guerras, la muerte de los inocentes, las enfermedades….

¿Por qué motivo Dios construyó este nivel tan bajo en la materialidad?

O es un Dios malo o nada tiene sentido…

Y esta es la cuestión más profunda del ser humano: bajar a la materialidad, a las relaciones personales y aprender, bajar al mundo de las Kelipot para extraer las chispas de luz ocultas detrás de las cascaras de oscuridad.

Son muchos los que ingresan en la espiritualidad con la buena fe de huir de las cuestiones materiales, pero es que, si percibimos las diferentes dimensiones del Árbol de la Vida, podemos ver que existen cuatro dimensiones (las inferiores) que son las dimensiones donde el alma se expresa en la materialidad.

Netzaj, Hod, Yesod y Maljut; el arte, la palabra, las relaciones sexuales y sociales, y las relaciones comerciales.

Somos un alma dentro de un cuerpo físico: los niveles más elevados del alma (Ruaj, Neshamá, Jaiá y la Iejidá) se deben manifestar en el nivel del Nefesh o del cuerpo material.

La idea no es huir del cuerpo, sino comprometerse con los límites de la materia

La vejez y las enfermedades nos marcan los límites de nuestra materialidad corporal, probablemente un ejercicio de humildad en acción.

Los desafíos de la materia, aquellos que han sufrido que les roben, los que han sido engañados por el prójimo, los que han sufrido ataques por parte de otros seres humanos, las guerras, las muertes de los inocentes, las injusticias políticas, el hambre, la angustia, los que se hunden en el mar sin esperanza…

Allí, en lo peor de las cascaras de la oscuridad, allí siempre hay una luz humana que nos reclama. Seamos dignos de trabajar en la materia para un mundo mejor (para el Tikun Olam).

Así como el pueblo de Israel después del holocausto nazi se levantó para crear un Estado libre; este es el símbolo de toda la humanidad, que la humanidad se levante contra el mal dentro de la materia.

Porque la cruz nunca es el final, sino que todo final es la resurrección.

Hemos venido a este mundo físico para traer la luz al mundo, pero siempre trabajando desde lo más bajo de la materia.

La materia es lo que más nos limita, pero la valentía no es subir a la luz, sino extraer la luz del nivel del Adam Kadmón que se oculta detrás de la oscuridad de las cáscaras.

El gran secreto es descubrir Keter en el interior más denso de Maljut. Es descubrir lo infinito en el punto infinitesimal. Es revelar la luz en medio de la oscuridad. Es trabajar en lo cotidiano sin que se transforme en rutinario. Es alcanzar la paz interior en medio del ruido social. Es la audacia de vivir la dualidad de la santidad/y la transgresión como una unidad.

Vivamos en la luz en medio de la oscuridad. Vivamos la imperfección de un modo perfecto. Seamos imperfectos felices y no máquinas perfectas imposibles.

Seamos justos y misericordiosos aprendiendo de nuestros límites.

La materia es un límite, seguramente el más atroz de los limites, pero el que más nos enseña.

Bajemos, pues, al universo de las Kelipot para liberar a las luces más excelsas y elevarlas desde allí al Adam Kadmón.

Porque nuestra función es negarle la realidad oscura a Amalek.

Que seamos dignos de entrenar al alma dentro de nuestro cuerpo material y que las energías más altas de la luz nos transformen en seres totalmente transparentes.

La necesidad económica es un desafío del universo de Asiá, pero es el nivel donde podemos revelar nuestras manifestaciones.

Porque cuando el alma ama, el cuerpo abraza. Porque cuando el alma desea, los ojos miran. Porque cuando el alma siente la melodía, los oídos escuchan… Porque toda la materia de nuestro cuerpo está diseñada para la revelación de los niveles más elevados del alma.

Esta es la función santa de la materia.

 

Sobre el autor

MARIO SABÁN

MARIO SABÁN

Investigador y profesor de Cábala, especializado en la Cábala aplicada a la psicología, al desarrollo personal y espiritual del ser humano. Enseña cómo la Cábala puede ayudarnos a vivir una vida más plena y consciente, a ser más felices, por el camino del autoconocimiento personal con el método del Árbol de la Vida. Es doctor en Filosofía (2008), en Antropología (2012), en Psicología (2015) y en Historia (2016). Sus últimas obras publicadas están dedicadas a la Cábala: Sod 22: el secreto (2011), Maasé Bereshit. El Misterio de la Creación (2013), La Cábala. La psicología del misticismo judío (2016) y La Merkabá: el Misterio del Nombre de Dios (2018)

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