La importancia del camino

La importancia del camino

Cuando ingresamos en el mundo espiritual (que es el único mundo real, que incluye la materia) nos encontramos con ciertas personalidades que desean alcanzar “objetivos”. Parece como que se exige a la espiritualidad la misma categoría económica que los resultados de venta de una empresa.

Si no hay resultados u objetivos alcanzados, se expulsa al mal empleado. Se es malo en el mundo de los negocios cuando no se alcanzan los objetivos de la compañía.

Este es el desequilibrio del mundo material. La materia en sí misma no es negativa, somos nosotros los que la manipulamos, la controlamos, la sometemos y la desviamos de la función que debe tener.

Cuando una persona se obsesiona por sus “objetivos” reduce su felicidad a momentos finitos. Todo lo finito, por su propia limitación, no nos conduce a ningún sitio.

Al finalizar el placer del objetivo alcanzado, el deseo ha muerto. Un deseo cumplido es un deseo desaparecido.

La felicidad trascendente

Solo el deseo por lo Infinito me lleva a la búsqueda constante.

La búsqueda permanente del Infinito es lo único que me puede hacer feliz en un estado trascendente.

Todos aquellos que buscan la felicidad en lo finito solo encontrarán un mayor vacío existencial. La máxima felicidad es la de no llegar jamás a ningún lado.

Algunos pueden pensar que esto los llevaría a una serie de frustraciones constantes. Si no alcanzo en la vida física ningún objetivo material, entonces no soy útil.

Parece ser que la percepción de la materialidad nos conduce a unir la identidad de mi Yo con los objetivos alcanzados. Si mi autoestima está relacionada directamente con las metas cumplidas, entonces, cuando no cumpla las metas, mi autoestima desaparecerá.

La felicidad que propone la Cábala es la felicidad constante del no llegar jamás, porque la máxima frustración es tener que buscar objetivos más altos a los que ya he alcanzado.

En realidad, cuando uno alcanza objetivos finitos más elevados, las posibilidades de frustración aumentan, porque el Yo imagina una situación dentro de la materialidad relacionada completamente con los objetivos finitos alcanzados.

Lo cierto es que cuando logramos la felicidad constante, los objetivos se cumplen más fácilmente, porque nuestra autoestima no depende de su cumplimiento, sino del placer derivado del esfuerzo que hacemos dentro del mismo proceso.

Por ese motivo, el Yo no debe definirse por los objetivos alcanzados, sino por el placer permanente que se encuentra detrás y por delante de dichos objetivos.

Todos los objetivos materiales deben ser excusas para avanzar hacia grados más elevados de conciencia.

La felicidad constante es la de no llegar jamás, porque en realidad no necesitamos llegar si no exclusivamente a la felicidad del Yo con sí mismo.

El sistema económico que vivimos muchas veces enajena al Yo de su propia condición. Es lo que en la Cábala conocemos como el “Exilio del Yo”.

Debemos redimir al Yo de sus propias ilusiones.

Todos los objetivos materiales son ilusiones dentro del tiempo y del espacio, porque en realidad el tiempo y el espacio son ilusiones de la contracción del Infinito. Pero si vivimos más allá de todas las ilusiones, entonces el Yo vive realmente, se puede auto-redimir.

Pero nos quieren ver exiliados en la materialidad, para domesticarnos, para que el Yo no asuma todo el poder que tiene.

La Cábala nos ayuda a liberarnos de los condicionantes materiales

La Cábala explica cómo liberar al Yo de todos los condicionamientos que tiene en esta realidad material.

Y cuando el Yo siente que vive dentro de este proceso infinito, ya nada ni nadie lo puede frenar. Al contrario, todo freno se convierte en un obstáculo que acelera al Yo a crecer más allá de sí mismo. Es la trasmutación del mal en bien.

Por ese motivo, reitero las sabias palabras del cabalista del Yemen Shalom Sharabi (1720-1777): «Si usted está buscando un camino, usted ya está en el camino».

Espero, pues, «que todo ser humano no le tenga temor a su propio potencial».

Sobre el autor

MARIO SABÁN

MARIO SABÁN

Investigador y profesor de Cábala, especializado en la Cábala aplicada a la psicología, al desarrollo personal y espiritual del ser humano. Enseña cómo la Cábala puede ayudarnos a vivir una vida más plena y consciente, a ser más felices, por el camino del autoconocimiento personal con el método del Árbol de la Vida. Es doctor en Filosofía (2008), en Antropología (2012), en Psicología (2015) y en Historia (2016). Sus últimas obras publicadas están dedicadas a la Cábala: Sod 22: el secreto (2011), Maasé Bereshit. El Misterio de la Creación (2013), La Cábala. La psicología del misticismo judío (2016) y La Merkabá: el Misterio del Nombre de Dios (2018)

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