
La valentía de vivir
¿Por qué el alma tiene que encarnar en el plano físico?
Muchos me preguntan: ¿Por qué debemos sufrir las carencias económicas? ¿Por qué debemos sufrir el estar solos? ¿Por qué debemos sufrir? De allí que muchos fundamentan su ateísmo en que, si existe el sufrimiento, indudablemente Dios o es impotente, porque no puede terminar con el mal, o no existe.
Más allá de resolver el problema teológico, me gustaría enfocar la cuestión más importante: el objetivo de la encarnación material del alma en este plano físico.
En el plano de la materia, traicionados, pero no vencidos; envidiados, pero no destruidos; asesinados, pero fieles; decepcionados, pero confiados; pero siempre adelante. Adelante, ¿por qué y para qué?
La cuestión es simple: ¿Por qué el alma feliz en los universos superiores debe descender al plano físico?
Trabajar para alimentarse, estudiar para crecer, realizar esfuerzos constantes con resultados muchas veces adversos, éxitos materiales efímeros dentro del espacio y del tiempo, separaciones entre seres queridos, fallecimientos, enfermedades y una constante catarata de males.
El precio a pagar por el alma en su descenso al plano de la materia es muy alto. Muchos deciden la vía rápida del suicidio y terminar con este plano. Otros prefieren abandonar la lucha y dejar de pelear las batallas de la vida.
En la tradición de la Cábala sabemos que el alma desciende a este mundo simplemente para aprender. Y el aprendizaje se debe realizar en los niveles más limitados de la realidad material.
Todos los que vivimos sabemos de las limitaciones: una pandemia que no nos deja salir a las calles, un amigo fallecido hace años que llevamos en nuestro corazón, padres o abuelos que nos dieron lo que pudieron porque no sabían dar más, un dinero que no alcanza, un trabajo que a veces es rutinario, una persona tóxica que se nos cruza en el camino, un hermano que vive lejos, un hijo que te ama pero que aún no puede o no sabe manifestar su amor adecuadamente, un traidor…
Hemos sufrido las mentiras, las privaciones, las desilusiones, los golpes emocionales, los abusos de todo tipo, los malos entendidos, nuestros enojos, las frustraciones, las dudas, los bucles mentales, los egos, los impuestos que nos extraen el esfuerzo realizado y no sabemos hacia dónde va el dinero; los dogmatismos interiores, los fanatismos de todo tipo, las enfermedades, los miedos, las parejas que no tienen amor, los padres que abandonan a sus hijos, los rencores y los odios, el vacío interior, el camino mental que no nos lleva a ningún lado… Y así enredados seguimos adelante. A veces parece que la existencia en el plano físico es para los masoquistas.
La vida parece un continuo enredo y desenredo. Enredos provocados por nosotros, enredos provocados por los demás y enredos de la naturaleza.
Parece como si Dios estuviera jugando a las escondidas.
Todas son limitaciones. Cada limitación nos hace sufrir. Pero las limitaciones no están allí para hacernos sufrir: están allí para hacernos crecer.
No podemos dejar de vivir porque, si el alma crece y aprende, está feliz cumpliendo su misión. Todas las gracias y las desgracias son bendiciones para crecer. Todo lo mejor y todo lo peor solo están allí para que el alma logre superarse y elevar las chispas de luz del universo.
Vivir no es para masoquistas, es para los héroes. Cada uno de nosotros, desde su posición de luz, es un héroe. Cuando escucho las vidas de los otros en mis sesiones solamente puedo percibir la heroicidad de todos los seres humanos. Todos nos caemos y todos nos volvemos a levantar.
En cada ser humano puedo percibir la luz de su heroicidad, la luz interior de su alma, y es entonces cuando descubro que es ese carácter heroico el que nos transforma en seres divinos.
Como dijo Najmán de Bratzlav antes de morir, luego de perder a su esposa e hijos, y mientras sus discípulos lloraban alrededor de su cuerpo moribundo: «Nunca desesperarse, nunca caerse».
Es en nuestra heroica existencia material donde podemos percibir la luz de Dios.
©Mario Sabán
Sobre el autor
MARIO SABÁN
Investigador y profesor de Cábala, especializado en la Cábala aplicada a la psicología, al desarrollo personal y espiritual del ser humano. Enseña cómo la Cábala puede ayudarnos a vivir una vida más plena y consciente, a ser más felices, por el camino del autoconocimiento personal con el método del Árbol de la Vida. Es doctor en Filosofía (2008), en Antropología (2012), en Psicología (2015) y en Historia (2016). Sus últimas obras publicadas están dedicadas a la Cábala: Sod 22: el secreto (2011), Maasé Bereshit. El Misterio de la Creación (2013), La Cábala. La psicología del misticismo judío (2016) y La Merkabá: el Misterio del Nombre de Dios (2018)